viernes, 25 de enero de 2013

Abraham Lincoln y Ulysses S. Grant


Abraham Lincoln y Ulysses S.  Grant
Abraham Lincoln, como sabes, fue el presidente norteamericano que le tocó enfrentar la Guerra de Secesión (1861-1865), entre los estados del norte, la Unión, industriales, y los estados del sur, agrarios basados en la mano de obra esclava, los Estados Confederados de América.

En dicha contienda hubo destacados militares cuya capacidad y don de mando le permitieron al Presidente Lincoln remontar un inicio de la guerra adverso. Pero no todos los generales le guardaban el mismo respeto y consideración al presidente. Entre estos, se destacaba por su capacidad y su hostilidad, el General Ulysses S. Grant. Llamaba de manera despectiva ese leñador, refiriéndose al presidente.

Como siempre ha ocurrido los acólitos del poder que circundan al presidente de turno en cualquier país, no perdían tiempo en ir con los chismes al presidente, incitándole a hacerse respetar, a mantener la dignidad y majestad del cargo, a castigar a los insolentes, etc. Te suena familiar?

Pero para que haya metidas de pata, se requieren personas estúpidas. Y Abraham Lincoln ciertamente no lo era. Así, un día respondió a uno de estos chismosos amantes del Poder: Si tengo que ir al cuartel del General Ulysses S. Grant a sostenerle el estribo de su caballo para que vaya a ganar batallas para la Unión, lo haré…

Con estas palabras, Abraham Lincoln puso coto a los chismes o bochinches que le llegaban. Y de paso, demostró su genialidad, su capacidad de ver más allá de las estériles y venenosas campañas destinadas a ganar su favor, destruyendo la confianza en personas que podían ayudarle, pero que a la vez eran capaces de tener opiniones propias. Abraham Lincoln murió el 14 de abril de 1865. Y nos dejó en la oración de Gettysburg,  te copio abajo un fragmento, que compendia su visión de los tiempos que vivió, y de lo relevante mirando hacia el futuro. Que nos sirva de ejemplo:

nuestros padres fundaron en este Continente una nación concebida en la libertad, y consagrada al principio de que todos los hombres nacemos iguales. Estamos ahora en medio de una gran guerra civil que habrá de determinar si esta nación, o cualquiera otra nación así concebida y consagrada, puede subsistir… 


Cúmplenos más bien a los que vivimos el deber de consagrarnos a esa obra inconclusa que los que combatieron aquí tan noblemente adelantaron. Debemos más bien dedicarnos a la gran tarea ante nosotros, que estos venerados muertos nos inspiren una devoción aún más grande hacia la causa de la cual ellos hicieron el supremo sacrificio; que solemnemente resolvamos que estos muertos no han caído en vano; que esta nación, con la gracia de Dios tendrá una nueva aurora de libertad; y que el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no desaparecerá de la Tierra. Ésa es la lucha.

Francisco Bustamante, franciscobu@gmail.com. Economista
08/04/2010 18:39:45

No hay comentarios:

Publicar un comentario