viernes, 25 de enero de 2013

cosas de perros y gatos


Cosas de Perros y Gatos
Quien le pone el cascabel al gato? Llevarse el gato al agua o tenerle miedo al agua como un gato. Todas estas frases no sé de donde salen. Lo que sí estoy seguro es que ninguna aplica a Pía, la gata siamesa que un buen día llegó a mi casa en Ciudad de México, junto con mi hija Sofía cuando terminó sus estudios en la Universidad de las Américas, UDLA, Puebla. Sí, Pía es una gata siamesa mexicana, y como tal, muy orgullosa y altiva. Cuando llegó Pía me preocupé. Mi otra hija Any tenía dos perros en casa. Vermouth, de prosapia paraguaya y argentina, un silky terrier alocado y juguetón. Y Tito, un chihuahueño oportunista que estuvo de ilegal en casa varios días, ya que me había opuesto a más animales. La experiencia con Brandy, un rottweiler y con Vermouth, me decía que yo quedaría encargado de otros recién llegados a casa.

Sin embargo, Pía es una consumada diplomática. Se alió con Tito de inmediato, y mantuvo saludable distancia de Vermouth, quien veía su hegemonía y antigüedad canina amenazada por las melosas actitudes de Tito y las aristocráticas maneras de Pía.

A Pía le encanta bañarse. Tiene alma de perro. Cuando llegas a casa, te recibe en la puerta. Sube contigo las escaleras, y se acuesta panza arriba, para que le pases el cepillo. Te insiste en que la acompañes a comer. No le gusta comer sola. Si pasas varios días sin verla, apenas te descubre se lanza a tus piernas con maullidos lastimeros, reclamando del abandono.

Cuando viví varios meses en Belize, con Pía, me esperaba en la puerta  cuando volvía del trabajo y se acostaba en mi cama. Mejor, me permitía dormir en la misma cama con ella. Sólo los relámpagos le asustan. No le gustan los ruidos y le encanta cuando estás escribiendo  en la computadora, acostarse en el teclado, exigiendo atención. Disfruta de la música clásica. He notado que la música barroca y Beethoven son sus preferidos. Los ronroneos que suelta cuando empieza a oír esta música son notables.

No obstante, Pía también tiene sus historias turbias. Cuando vivía en Puebla acostumbraba a salirse de la vivienda que ocupaba mi hija con su amiga Nina, una chica muy dulce procedente de una linda familia tabasqueña. Un buen día Pía apareció embarazada. Cuando dio a luz, tuvo gatitos negros, blancos, marrones, etc. Ninguno con las características siamesas. Su arrabalero desliz amoroso le valió una aceleradísima esterilización, la cual no le ha alterado sus ánimos.

Ni siquiera sé por qué te cuento estas historias de Pía y los otros perros. Probablemente, porque me cansa leer, y escribir, de tantas irracionalidades que veo entre humanos. Si Pía pudo convivir con dos perros adultos a los que no conocía, y viceversa, cómo es que entre animales racionales no podemos comunicarnos y mucho menos ponernos de acuerdo ?

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